sexta-feira, 25 de dezembro de 2009

REFLEXIONES EN UN DIA ESPECIAL

REFLEXIONES EN UN DIA ESPECIAL



Es a través de la mente que la ignorancia nos es transmitida de generación en generación, por tanto no es sino escuchando y practicando las enseñanzas de lo Esencial y Verdadero, y por medio de la reflexión profunda cómo se alcanza la Realidad Suprema, y cómo un pájaro que vuela de árbol en árbol, el buscador alcanzará rápidamente su meta. Es el camino más corto hacia el despertar. Los MAESTROS Y SABIOS enseñan con un lenguaje muy sencillo, sirviéndose de ejemplos de la vida cotidiana, pues para ellos, "parmatha" o la comprensión de la Realidad debe de ser explicada con sencillez, utilizando un vocabulario accesible a todos los discípulos.

MEDITA.




El espiritismo consiste esencialmente en admitir la posibilidad de comunicar con los muertos; es eso lo que le constituye propiamente, es decir, aquello sobre lo que todas las escuelas espiritistas están necesariamente de acuerdo, cualesquiera que sean sus divergencias teóricas sobre otros puntos más o menos importantes, puntos que consideran siempre como secundarios en relación a éste.
En la India, cuando ocurre que lo que los espiritistas llaman mediumnidad se manifiesta espontáneamente (decimos espontáneamente porque nadie buscaría jamás adquirir o desarrollar esta facultad), eso se considera como una verdadera calamidad para el médium y para su entorno; las gentes del pueblo no vacilan en atribuir al diablo los fenómenos de ese orden, y aquellos mismos que mezclan a los muertos en una cierta medida en esto no consideran más que la intervención de pretâs, es decir, de elementos inferiores que permanecen vinculados al cadáver, elementos rigurosamente idénticos a los «manes» de los antiguos latinos, y que no representan de ninguna manera al espíritu. He aquí un motivo más para no comer cadáveres de seres animales asesinados para satisfacer placeres que nos destruyen.

Calificar al espiritismo de «faquirismo occidental», es probar simplemente que no se conoce nada, no del espiritismo sobre el que es muy fácil informarse, sino del faquirismo. La palabra faquir, que es árabe y que significa propiamente un «pobre» o un «mendicante», se aplica en la India a una categoría de individuos que son muy poco considerados en general, salvo por los europeos, y a quienes no se mira más que como una suerte de juglares que divierten al gentío con sus piruetas. Al decir esto, no queremos decir que se conteste la realidad de sus poderes especiales; pero esos poderes, cuya adquisición supone un entrenamiento largo y penoso, son de orden inferior y, como tales, juzgados poco deseables; buscarlos, es mostrar que se es incapaz de alcanzar resultados de otro orden, para los que los poderes no pueden ser más que un obstáculo.
La comunicación con los muertos, tal como ellos la entienden, es una imposibilidad pura y simple, y solo así se pueden cortar todas sus pretensiones de una manera completa y definitiva. Otra cosa bien distinta es la comunicación con el plano Akásico de la in-formación.

La distinción de la magia y del espiritismo es lo que queremos precisar ahora, la magia (Maestría) es propiamente una ciencia experimental, que no tiene nada que ver con concepciones religiosas o pseudo religiosas (creencias); no es así como se comporta el espiritismo, en el que esas últimas son predominantes, y eso incluso cuando se pretende «científico». Si la magia ha sido tratada siempre más o menos como una «ciencia oculta», reservada a un pequeño número, es en razón de los graves peligros que presenta; no obstante, bajo esta relación, hay una diferencia entre aquél que, rodeándose de todas las precauciones necesarias, provoca conscientemente fenómenos cuyas leyes ha estudiado, y aquél que, ignorándolo todo de esas leyes, se pone a merced de fuerzas desconocidas esperando pasivamente lo que va a producirse; por esto solo se ve toda la ventaja que el mago tiene sobre el espiritista, médium o simple asistente, admitiendo incluso que todas las demás condiciones sean comparables.

De todas las prácticas mágicas, las prácticas evocatorias son las que, entre los antiguos, fueron el objeto de las prohibiciones más formales; y no obstante se sabía entonces que lo que podía tratarse de evocar realmente, no eran «espíritus» en el sentido moderno, y que los resultados a los que se podía pretender eran en suma de una importancia mínima; ¿cómo se hubiera juzgado pues al espiritismo, suponiendo, lo que no es el caso, que las afirmaciones de éste respondan a alguna posibilidad? Se sabía bien, decimos, que lo que puede ser evocado no representa el ser real y personal, en adelante fuera de alcance porque ha pasado a otro estado de existencia, sino únicamente esos elementos inferiores que el ser ha dejado en cierto modo detrás de él, en el dominio de la existencia terrestre, después de esa disolución del compuesto humano que llamamos la muerte. Es eso, ya lo hemos dicho, lo que los antiguos latinos llamaban los «mânes»; es también eso a lo que los hebreos daban el nombre de ob, que se emplea siempre en los textos bíblicos cuando se trata de evocaciones, y que algunos toman sin razón por la designación de una entidad demoniaca. En efecto, la concepción hebraica de la constitución del hombre concuerda perfectamente con todas las demás; y, sirviéndonos, para hacernos comprender mejor sobre este punto, de correspondencias tomadas al lenguaje aristotélico, diremos que no solamente el ob no es el «espíritu» o el «alma racional» (neshamah), sino que no es tampoco el «alma sensitiva» (ruahh), ni tampoco el «alma vegetativa» (nephesh). Sin duda, la tradición judaica parece indicar, como una de las razones de la prohibición de evocar el ob, que subsiste una cierta relación entre este ob y los principios superiores, y habría que examinar este punto más de cerca teniendo en cuenta la manera bastante particular en que esta tradición considera los estados póstumos del hombre; pero, en todo caso, no es al espíritu a lo que el ob permanece ligado directa e inmediatamente, es al contrario al cuerpo, y por eso es por lo que la lengua rabínica le llama habal de garmin o «soplo de las osamentas». Así pues, lo que se trata no se parece en nada al «periespíritu» de los espiritistas, ni al «cuerpo astral» de los ocultistas, que se suponen que revisten el espíritu mismo del muerto; y por lo demás hay todavía otra diferencia capital, ya que eso no es de ningún modo un cuerpo; es, si se quiere, como una forma sutil, que solo puede tomar una apariencia corporal ilusoria al manifestarse en ciertas condiciones, de donde el nombre de «doble» que le daban entonces los egipcios. Por lo demás, no es verdaderamente más que una apariencia bajo todos los aspectos: separado del espíritu, este elemento no puede ser consciente en el verdadero sentido de esta palabra; pero posee no obstante un remedo de consciencia, imagen virtual, por así decir, de lo que era la consciencia del vivo; y el mago, al revivificar esa apariencia prestándole lo que le falta, da temporariamente a su consciencia refleja una consistencia suficiente como para obtener de ella respuestas cuando la interroga, así como eso tiene lugar concretamente cuando la evocación se hace con una meta adivinatoria, lo que constituye propiamente la «necromancia».

RECUERDA.




Por consiguiente, la inmortalidad, en el sentido que hemos indicado, no puede ser alcanzada en «el otro mundo» como lo piensan los occidentales, sino solo más allá de todos los mundos, es decir, de todos los estados condicionados; concretamente, está fuera del tiempo y del espacio, y también de todas las condiciones análogas a éstas; puesto que es absolutamente independiente del tiempo y de todo otro modo posible de la duración, se identifica a la eternidad misma.
Observa y escucha la coherencia de tu corazón, ella es la llave para intuir lo que te libera y una vez en libertad la posibilidad de Ser “Aquí y Ahora” se manifiesta como lo más natural.

OM TAT SAT